Balbino Santos Olivera

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Balbino Santos Olivera fue un obispo franquista en Malaga y cuando en 1939 termino la guerra dijo este discurso https://www.youtube.com/watch?v=CaGNe0JejoI&t=15s&ab_channel=ILEGALIZACI%C3%93NDEVOX. [historia al principio como obispo de malaga] Recibió el encargo de la diócesis de Málaga el 5 de agosto de 1935, siendo consagrado obispo el 27 de octubre del mismo año en Sevilla por el cardenal Eustaquio Ilundáin y Esteban. Enfrentó el gobierno de la diócesis ante la difícil situación de la Iglesia católica en España. Durante la guerra se vivieron situaciones de tensión y violencia que produjeron el asesinato de seminaristas y sacerdotes, más de ciento sesenta, equivalente al 42 % de los incardinados, y la destrucción de templos. Su predecesor, Manuel González y García, había escapado de Málaga tras la quema de conventos de 1931, huyendo de las persecuciones, y nunca más regresó a la sede, que gobernó cinco años desde Madrid.

Al comienzo de la Guerra Civil, el 20 de julio de 1936, salió de Málaga a bordo del Silvia Tripcovich gracias a la ayuda del cónsul de Italia, Tranquillo Bianchi, junto al contingente de ciudadanos italianos que abandonó la provincia con destino a Tánger.1​ Regresó con el control de Málaga tras la batalla de Málaga en febrero de 1937, encargándose de la reorganización de la diócesis tras la persecución religiosa sufrida y la tendencia laicista y secular precedente. A partir de ese año 1937, en las misas y demás actos litúrgicos celebrados en la ciudad tuvo lugar una mezcla de lo patriótico con lo religioso, e incluso era corriente ver a monseñor Santos Olivera saludando a la romana.2​ Además, se implicó con la ayuda de Regiones Devastadas en la reconstrucción de numerosos templos y el palacio episcopal, que habían sido destruidos. Creó el Instituto Diocesano de Cultura Religiosa, fundó un seminario mayor de verano en Ronda y amplió el seminario de la diócesis. En los años cuarenta, en una línea que ha sido calificada de fundamentalista, emprendió diversas campañas siguiendo las instrucciones de Pio XII sobre la moralidad, modestia y pureza, así como de higiene y caridad, con observaciones sobre la ropa, el maquillaje o los deportes.3​ Además, insistió especialmente en el precepto de guardar el domingo y demás fiestas de guardar imponiendo la proyección en las salas de cine de clichés con la imagen de Jesucristo diciendo: «los judíos me crucificaron el viernes; los cristianos faltando a misa, trabajando sin necesidad, asistiendo a espectáculos inmorales, me crucifican el domingo».2​